El río Túria, emblemático en la Comunidad Valenciana, ha sufrido cambios drásticos tras la reciente dana que azotó la región. Este fenómeno meteorológico ha dejado huellas profundas en su cauce, afectando tanto a la flora y fauna como a la infraestructura que lo rodea. La situación actual plantea serios desafíos para las autoridades y la comunidad, quienes deben trabajar en la restauración y adaptación del río a las nuevas condiciones.
**Alteraciones en el Cauces del Túria**
La dana del 29 de octubre ha modificado significativamente la morfología del Túria. En algunos tramos, la profundidad del río ha disminuido hasta un metro debido a la acumulación de sedimentos, piedras y restos vegetales. Este fenómeno ha elevado la cota de aterramiento, lo que representa un riesgo tanto para la vida acuática como para las actividades recreativas que se desarrollan en sus márgenes. Por otro lado, se han formado balsas de agua desconectadas del cauce principal, lo que puede generar problemas de calidad del agua y aumentar el riesgo de inundaciones en caso de nuevas lluvias.
La Confederación Hidrográfica del Júcar (CHJ) ha señalado que su objetivo es restaurar la morfología del río, aunque no necesariamente volver a su estado original. La adaptación a las nuevas condiciones es crucial para garantizar un flujo de agua continuo y evitar obstrucciones causadas por la vegetación arrastrada, islas flotantes de cañas y grandes piedras. La CHJ ha enfatizado la importancia de gestionar eficientemente los lodos y reorganizar las gravas a lo largo del cauce para normalizar la situación.
**Impacto en la Infraestructura y el Entorno Natural**
El impacto de la dana es evidente en el paisaje del parque fluvial del Túria. Se han perdido hasta diecisiete puentes, así como playas y vegetación ribereña, dejando un rastro de destrucción que es visible a simple vista. La situación ha llevado a las autoridades a emitir alertas para turistas y senderistas, advirtiendo sobre los peligros que pueden encontrar en su recorrido.
Los trabajos de restauración, que cuentan con un presupuesto inicial de 19 millones de euros, se están llevando a cabo en varias localidades a lo largo del río, incluyendo Gestalgar, Bugarra, Pedralba, Vilamarxant, Riba-roja de Túria, Manises, Paterna y Quart de Poblet. La limpieza de los arrastres provocados por la avenida es una de las prioridades, y hasta el momento se han retirado grandes volúmenes de vegetación, así como otros elementos que podrían obstruir el cauce, como basura y restos de infraestructuras destruidas.
Además de la limpieza, las actuaciones incluyen la reconstrucción y el refuerzo de los taludes más afectados por el desbordamiento. La CHJ ha propuesto mejorar la estabilidad de estos taludes mediante la construcción de escolleras y el uso de materiales drenantes, asegurando así su sujeción y evitando futuros deslizamientos.
La situación del río Túria tras la dana es un recordatorio de la vulnerabilidad de los ecosistemas fluviales ante fenómenos climáticos extremos. La colaboración entre las autoridades y la comunidad es esencial para abordar los desafíos que presenta esta nueva realidad y garantizar la seguridad y sostenibilidad del río en el futuro. La restauración del Túria no solo es una cuestión de infraestructura, sino también de preservar un patrimonio natural que es vital para la identidad y el bienestar de la región.