El pasado lunes, un grupo de jóvenes se convirtió en el centro de una conmovedora historia de valentía y desesperación en Alborache, donde un menor de 16 años, bajo la tutela de la Generalitat, perdió la vida ahogado en el río. Este trágico suceso ocurrió durante una actividad programada por el Centro de Menores de Alborache, en una de las pozas de Buñol, donde el grupo de jóvenes se encontraba disfrutando de un día de verano.
La tarde del accidente, alrededor de las 17 horas, un grupo de amigos, entre ellos Selena y Jon, dos estudiantes de Enfermería en València, se encontraba en la zona cuando el menor se lanzó al agua. «Ninguno nos dimos cuenta cuando el chico se tiró al agua», confesó Jon, quien, al escuchar la alarma de una de las monitoras, no dudó en actuar. «Me tiré al agua sin pensarlo, y detrás de mí vinieron el resto», agregó, destacando la rápida respuesta del grupo ante la situación crítica.
La búsqueda del menor no fue sencilla. Los testigos relatan que pasaron entre quince y veinte minutos en el agua, luchando contra el frío y la falta de visibilidad. «El agua es turbia, no se veía nada. Había varios metros de profundidad», explicó Selena. A pesar de contar con gafas de buceo, Jon se enfrentó a la dificultad de no poder ver claramente. «Con los pies intentaba barrer la zona», detalló, mostrando la desesperación y el esfuerzo que estaban realizando.
Finalmente, Jon logró encontrar al menor y lo llevó hasta la orilla. «No dejamos de insistir. Estábamos agotados, desesperados, pero gracias a que insistimos conseguimos sacarlo fuera del agua», afirmó. Con su formación en enfermería, Jon y Selena comenzaron a realizar maniobras de reanimación cardiopulmonar mientras esperaban la llegada de los servicios de emergencia.
La llegada de los equipos de rescate fue crucial. Miembros del Grupo Especial de Rescate en Altura (GERA) del Consorcio Provincial de Bomberos de Valencia, junto con un helicóptero V-990 y una dotación de bomberos de Chiva, se unieron a los esfuerzos de reanimación. Sin embargo, a pesar de los esfuerzos conjuntos, el personal sanitario confirmó el fallecimiento del adolescente.
La experiencia fue devastadora para los jóvenes que intentaron salvar al menor. Jon expresó su frustración y tristeza, afirmando que colaboraron con los equipos de emergencias en todo momento y que hicieron todo lo posible. Por su parte, Selena, quien estaba realizando sus prácticas en Urgencias, admitió que nunca había sentido tanta responsabilidad. «Nos quedamos con que hicimos todo lo que estaba en nuestras manos, pero ojalá hubiera acabado de otra forma», reflexionó.
Este trágico incidente ha puesto de relieve la importancia de la seguridad en actividades acuáticas, especialmente para grupos de jóvenes. La falta de supervisión adecuada y la necesidad de contar con medidas de seguridad efectivas son aspectos que deben ser considerados por las instituciones que organizan este tipo de actividades. La comunidad se encuentra en duelo, y los testimonios de los jóvenes rescatistas son un recordatorio del valor y la determinación que se puede encontrar en momentos de crisis.
La tragedia también ha suscitado un debate sobre la responsabilidad de las instituciones en la protección de los menores. La Generalitat y los centros de menores deben revisar sus protocolos de seguridad para garantizar que situaciones como esta no se repitan en el futuro. La vida de un menor es invaluable, y es fundamental que se tomen todas las precauciones necesarias para evitar accidentes fatales.
En medio de esta tragedia, la historia de Jon y Selena destaca como un ejemplo de heroísmo y humanidad. Su rápida respuesta y su formación en enfermería les permitieron actuar en un momento crítico, aunque el desenlace no fue el esperado. La comunidad de Alborache se une en el dolor por la pérdida del menor y en la admiración por la valentía de estos jóvenes que, a pesar de las circunstancias, hicieron todo lo posible por salvar una vida.
Este suceso también ha generado un llamado a la acción para que se implementen programas de formación en primeros auxilios y seguridad acuática en los centros de menores y en otras instituciones que trabajan con jóvenes. La educación en estas áreas puede marcar la diferencia en situaciones de emergencia y salvar vidas en el futuro. La tragedia en Alborache es un recordatorio de que, aunque la vida puede ser frágil, la valentía y la solidaridad pueden brillar incluso en los momentos más oscuros.