Los Ángeles ha sido escenario de intensas manifestaciones en respuesta a las redadas de inmigración llevadas a cabo por las autoridades federales. Este sábado, la ciudad californiana vivió su segunda jornada consecutiva de operativos destinados a detener a inmigrantes en lugares de trabajo, lo que provocó una fuerte reacción de la comunidad local. Las redadas, que han sido criticadas por activistas y políticos, han llevado al presidente de Estados Unidos a desplegar a la Guardia Nacional en un intento de controlar la situación.
**Operativos de Inmigración y Respuesta Ciudadana**
El Servicio de Control de Inmigración y Aduanas (ICE) y la Oficina de Aduanas y Protección Fronteriza (CBP) realizaron un allanamiento en una empresa de Paramount, donde se reportó la detención de al menos 65 trabajadores. En respuesta, cientos de manifestantes se congregaron en las puertas de la empresa, bloqueando la salida de los vehículos federales. Durante más de dos horas, los agentes utilizaron gases lacrimógenos y tácticas militares para dispersar a los manifestantes y llevarse a los detenidos en camionetas sin distintivos federales. Las consignas de «fuera ICE» resonaron en el aire, reflejando el descontento de la comunidad.
Los abogados y congresistas han expresado su preocupación por la falta de acceso a los detenidos en el centro de detención de ICE en Los Ángeles. El congresista Jimmy Gómez denunció que las autoridades les negaron la entrada, alegando motivos de seguridad. Gómez también mencionó informes alarmantes sobre las condiciones de los detenidos, quienes supuestamente han estado en condiciones de hacinamiento, sin comida ni agua, y encerrados en salas oscuras durante largas horas. «Queremos comprobar qué está pasando», insistió el legislador, subrayando que los detenidos no son delincuentes, como ha intentado retratarlos el gobierno.
**La Reacción del Gobierno y el Despliegue Militar**
La Casa Blanca ha defendido las acciones del ICE, responsabilizando a los líderes demócratas de Los Ángeles y California por la situación. La subsecretaria del Departamento de Seguridad Nacional, Tricia McLaughlin, acusó a los manifestantes de agredir a los agentes de ICE y de causar daños a la propiedad federal. En un comunicado, la secretaria de prensa de la Casa Blanca, Karoline Leavitt, anunció el despliegue de 2,000 agentes de la Guardia Nacional para «controlar la anarquía» que, según ella, se ha arraigado en la ciudad. Esta medida ha sido criticada por muchos, incluyendo al gobernador de California, Gavin Newsom, quien la calificó de «intencionalmente provocadora» y advirtió que solo aumentará las tensiones.
La Guardia Nacional, que normalmente se utiliza en situaciones de emergencia como desastres naturales, ha sido desplegada en protestas en el pasado, como durante los disturbios por la muerte de George Floyd. Sin embargo, su uso en este contexto ha generado un debate sobre la militarización de la respuesta a las protestas civiles. El secretario de Defensa, Pete Hegseth, incluso amenazó con movilizar a soldados del Ejército si la violencia continuaba, lo que ha suscitado aún más preocupación entre los defensores de los derechos civiles.
Los activistas han denunciado que las tácticas del ICE, que incluyen redadas en fin de semana, están diseñadas para desalentar la defensa de los inmigrantes y facilitar deportaciones rápidas. Jorge Mario Cabrera, portavoz de la Coalición por los Derechos Humanos de los Inmigrantes de Los Ángeles (CHIRLA), afirmó que la administración de Trump está utilizando estas redadas como una «cruel excusa» para bloquear la abogacía en contra de una propuesta de ley en el Senado que destinaría miles de millones de dólares a las autoridades migratorias.
La situación en Los Ángeles es un reflejo de la creciente tensión en torno a las políticas de inmigración en Estados Unidos. Las redadas y la respuesta militarizada del gobierno han polarizado a la sociedad, generando un debate sobre los derechos de los inmigrantes y la forma en que se manejan las protestas. Mientras tanto, los activistas continúan organizándose y movilizándose para defender a su comunidad, enfrentándose a un gobierno que, según ellos, está dispuesto a utilizar la fuerza para silenciar la disidencia.