El cardenal sueco Anders Arborelius, conocido por su amabilidad y su enfoque reflexivo, ha compartido sus pensamientos sobre el futuro de la Iglesia Católica en una reciente entrevista. Arborelius, quien se convirtió al catolicismo a los 20 años y ha dedicado su vida al estudio de la Teología y la Filosofía, aborda temas complejos que van desde la política hasta la espiritualidad, destacando la necesidad de un liderazgo que pueda unir a la Iglesia en tiempos de incertidumbre.
### La Dicotomía del Cardenal
Anders Arborelius se muestra reacio a ser etiquetado como conservador o moderado. En su opinión, estas categorizaciones son reduccionistas y no reflejan la complejidad de las creencias individuales. «Una persona puede ser muy conservadora en algunas cosas y en otras muy progresista», explica. Este enfoque matizado es evidente en su propia vida, donde combina su firme postura antiabortista con un fuerte apoyo a los migrantes y un llamado al diálogo interreligioso.
El cardenal también reflexiona sobre el papel de la Iglesia en un mundo cada vez más secularizado. Con Suecia como un ejemplo de una nación donde la mayoría de los católicos son inmigrantes, Arborelius plantea la posibilidad de que el próximo Papa provenga de África o Asia, regiones que están viendo un crecimiento significativo en la fe católica. «Sería lógico que el próximo Papa fuera africano o asiático», afirma, reconociendo que estas culturas pueden no estar tan familiarizadas con la estructura de la Iglesia, pero aportan una riqueza de diversidad que podría ser beneficiosa.
### La Búsqueda de un Papa para el Mundo
La conversación se centra en la necesidad de un nuevo Papa que pueda no solo guiar a los católicos, sino también hablar a la humanidad en su conjunto. Arborelius menciona que el mundo actual enfrenta desafíos políticos y espirituales sin precedentes, y que la figura del Papa debe ser una de paz y diálogo. «Necesitamos un Papa que pueda mostrar el rostro de Jesús al mundo y trabajar para la unidad interna de la Iglesia», dice, enfatizando la importancia de la paz en un contexto global marcado por conflictos.
El cardenal también aborda el impacto de la política en la religión, señalando cómo algunos líderes, como Donald Trump, han intentado utilizar la imagen de la Iglesia para sus propios fines. Arborelius considera que es crucial que la Iglesia mantenga su neutralidad y fomente el diálogo entre diferentes opciones políticas. «Es importante que la Iglesia no entre en esto», afirma, subrayando la necesidad de una voz moral que trascienda las divisiones políticas.
La creciente polarización en Europa, especialmente con el auge de partidos de extrema derecha que se alimentan del miedo hacia los inmigrantes, es otro tema que preocupa al cardenal. Arborelius recuerda una reciente audiencia con el Papa Francisco, donde se discutió la importancia de la acogida a los refugiados. Sin embargo, reconoce que la situación ha cambiado y que Europa está cerrando sus puertas. «Ese es el problema en Europa de ahora, que se cierran las puertas y se hacen muros», lamenta.
La búsqueda de un nuevo Papa no es solo una cuestión de liderazgo, sino también de identidad. Arborelius destaca que muchos en Europa deben reconocer que ya no son el centro del mundo ni de la Iglesia. La humildad es clave en este proceso, y el cardenal sugiere que la Iglesia debe aprender a valorar las voces de otras culturas y regiones.
En cuanto a las reformas impulsadas por el Papa Francisco, Arborelius es optimista. Asegura que estas reformas están en marcha y que no se pueden detener. Sin embargo, también reconoce que es necesario un diálogo continuo para aclarar y ajustar las direcciones que la Iglesia debe tomar. La idea de un cónclave prolongado también se menciona, sugiriendo que muchos cardenales aún no han tomado una decisión clara sobre el futuro liderazgo de la Iglesia.
Finalmente, Arborelius comparte su visión de lo que no debería ser un Papa. Un líder que no busque el diálogo, que no promueva la paz y que carezca de una vida espiritual profunda no tiene cabida en la Iglesia que él imagina. En un mundo que enfrenta tantos desafíos, la necesidad de un liderazgo fuerte y compasivo es más crucial que nunca. La figura del Papa debe ser un faro de esperanza y unidad, capaz de guiar a la Iglesia y al mundo hacia un futuro más armonioso.