La Vuelta a España 2025, que celebraba su 90 aniversario, se convirtió en un escenario de tensiones y protestas que eclipsaron el evento deportivo. Desde su inicio, la carrera estuvo marcada por la controversia, especialmente en torno a la participación del equipo Israel Premier-Tech, lo que generó una serie de manifestaciones que culminaron en disturbios y enfrentamientos con la policía.
**El Inicio de las Protestas**
La controversia comenzó en la quinta etapa, cuando un grupo de manifestantes se interpuso en el camino del equipo Israel Premier-Tech durante la contrarreloj por equipos en Figueres. Aunque no hubo incidentes graves en ese momento, la situación se tornó más tensa en las etapas siguientes. En Olot, otro grupo de personas bloqueó la salida neutralizada, lo que llevó a la organización a temer por la seguridad de los ciclistas y del público. A medida que la carrera avanzaba, las protestas se intensificaron, especialmente al entrar en el País Vasco, donde se realizaron convocatorias masivas que llevaron a la invasión de la Gran Vía de Bilbao.
La situación se volvió crítica en la etapa 11, donde los manifestantes derribaron vallas y pusieron en peligro la vida de los ciclistas y de los voluntarios. La organización decidió tomar los tiempos tres kilómetros antes de la meta para evitar un desastre mayor. A pesar de los esfuerzos por mantener la seguridad, la tensión continuó aumentando, y la carrera se vio obligada a modificar su recorrido en varias ocasiones.
**Incidentes y Consecuencias**
Uno de los momentos más críticos se produjo en la etapa 15, cuando un manifestante propalestino se abalanzó sobre los ciclistas, provocando la caída de Javier Romo y otros corredores. Este incidente no solo resultó en la retirada de Romo de la competición, sino que también evidenció el riesgo que enfrentaban los ciclistas en medio de un ambiente hostil. Los ciclistas expresaron su frustración y miedo ante la falta de seguridad, y algunos incluso cuestionaron la responsabilidad de la organización y de la UCI por permitir que el equipo Israel Premier-Tech participara en la carrera.
Las protestas continuaron en la etapa 16, donde los manifestantes bloquearon la carretera, lo que llevó a la organización a cancelar la etapa final en Madrid. La situación se tornó violenta, con enfrentamientos entre manifestantes y la policía, lo que resultó en disturbios en las calles de la capital. La Vuelta, que debería haber sido una celebración del ciclismo, se convirtió en un campo de batalla político, donde los ciclistas se sintieron atrapados en medio de una lucha que no les pertenecía.
Los ciclistas, que en su mayoría no tenían relación con las políticas del equipo Israel Premier-Tech, se convirtieron en el blanco de la ira de los manifestantes, quienes los acusaron de ser cómplices de un conflicto que trasciende el deporte. La tensión alcanzó su punto máximo cuando los ciclistas comenzaron a recibir insultos y amenazas, lo que generó un ambiente de miedo y ansiedad en el pelotón.
**Reacciones y Reflexiones**
La situación generó un amplio debate sobre la responsabilidad de los organizadores y la UCI en la seguridad de los ciclistas. Muchos en el pelotón, incluidos ciclistas de diferentes nacionalidades, expresaron su deseo de que las protestas se llevaran a cabo de manera pacífica y sin poner en riesgo la vida de los deportistas. La leyenda del ciclismo, Perico Delgado, criticó a los partidos políticos que apoyaron las manifestaciones violentas, pidiendo un enfoque más humano y respetuoso hacia los conflictos globales.
El ciclista David de la Cruz también se pronunció al respecto, instando a los manifestantes a recordar que, aunque la situación en Gaza es trágica, la violencia y el odio no son la respuesta. La Vuelta 2025, que debería haber sido un momento de celebración y competencia, se vio empañada por un clima de tensión y división que dejó una marca indeleble en la historia del ciclismo.
A medida que la carrera se acercaba a su final, la incertidumbre y el miedo continuaron acechando a los ciclistas, quienes se encontraron en una situación sin precedentes. La Vuelta 2025 no solo fue un evento deportivo, sino un reflejo de las complejidades y tensiones que enfrenta el mundo actual, donde el deporte y la política a menudo se entrelazan de maneras inesperadas y peligrosas.