La reciente escalada de violencia entre Israel e Irán ha transformado el panorama político en Israel, un país que ha estado lidiando con la fragmentación interna debido a la guerra en Gaza. En un giro inesperado, la ofensiva militar contra Irán ha logrado unir a la población israelí en torno a su primer ministro, Benjamin Netanyahu, quien ha visto un aumento en su apoyo popular y político. Según un sondeo de la Universidad Hebrea de Jerusalén, el 83% de los ciudadanos judíos israelíes respaldan los ataques a las instalaciones nucleares y objetivos militares en Irán, lo que ha llevado a una notable cohesión entre los partidos políticos, incluso aquellos que tradicionalmente se oponen a Netanyahu.
**La Respuesta de la Oposición y el Apoyo Popular**
La respuesta de los partidos de oposición ha sido sorprendente. A pesar de que hace solo una semana habían intentado disolver la Knéset, ahora se han alineado con el gobierno en un momento de crisis. Avigdor Lieberman, un exministro de Defensa y crítico habitual de Netanyahu, ha declarado que el tema de Irán trasciende las consideraciones políticas. Benny Gantz, otro exministro centrista, también ha expresado su apoyo, afirmando que en este contexto no hay lugar para divisiones ideológicas, solo para lo que es correcto.
La situación ha llevado a un cambio en la narrativa política, donde la guerra contra Irán se ha convertido en un tema de unidad nacional. Sin embargo, este consenso no se extiende a la minoría árabe de Israel, que representa aproximadamente el 20% de la población. Solo un 12% de los ciudadanos árabes apoyan la ofensiva, lo que pone de manifiesto las profundas divisiones que aún persisten en la sociedad israelí.
**Impacto de la Ofensiva Militar en la Vida Cotidiana**
La ofensiva militar ha tenido un impacto devastador en la vida cotidiana tanto en Israel como en Irán. En Israel, las alarmas antiaéreas suenan constantemente, mientras que en Irán, miles de ciudadanos intentan huir de los bombardeos, provocando un colapso en las carreteras de salida de Teherán. Las cifras de víctimas son alarmantes; en seis días de bombardeos, se han reportado 224 muertes civiles en Irán, mientras que la respuesta iraní ha resultado en la muerte de 24 personas en Israel debido a ataques con misiles.
El líder supremo iraní, Ali Jamenei, ha rechazado las demandas del presidente estadounidense Donald Trump de una rendición incondicional, calificando el ataque israelí de un «error colosal». Trump, por su parte, ha insinuado que podría tomar represalias, lo que añade una capa de incertidumbre a la ya tensa situación.
El Ministerio de Defensa israelí ha declarado que continuará atacando los símbolos del régimen iraní, lo que sugiere que la ofensiva no solo se limitará a objetivos militares, sino que también se extenderá a instituciones gubernamentales y de seguridad en Irán. Esto ha llevado a un endurecimiento de la censura en Irán, donde las autoridades han restringido la cobertura mediática de los ataques y han prohibido a los ciudadanos grabar imágenes de los bombardeos.
La guerra contra Irán ha proporcionado a Netanyahu un respiro político en un momento en que su popularidad estaba en declive debido a la gestión de la guerra en Gaza, donde se han reportado cerca de 55,000 muertes palestinas. En este contexto, Netanyahu ha logrado reposicionarse como un líder fuerte en tiempos de crisis, argumentando que la lucha contra Irán es una cuestión existencial para Israel.
A medida que la situación evoluciona, el futuro de la región sigue siendo incierto. La posibilidad de una escalada mayor en el conflicto es real, y las repercusiones de esta guerra no solo afectarán a Israel e Irán, sino que también tendrán implicaciones significativas para la estabilidad en toda la región de Oriente Medio. La comunidad internacional observa con preocupación, mientras los líderes mundiales intentan mediar en un conflicto que parece estar lejos de resolverse.