En el contexto político actual de España, el Gobierno de Pedro Sánchez ha implementado una estrategia audaz para debilitar al Partido Popular (PP) en las comunidades autónomas. Esta táctica, que se podría considerar insólita en la democracia española, busca desestabilizar el liderazgo de Alberto Núñez Feijóo, el presidente del PP, al centrar la atención en los presidentes autonómicos del partido. A través de una serie de movimientos calculados, el Gobierno intenta crear una imagen de mala gestión del PP en los territorios que gobierna, utilizando crisis locales como palancas para extender su crítica a nivel nacional.
La reciente aparición de cuatro ministros del Gobierno en una rueda de prensa en Moncloa, donde se presentaron como «ministros candidatos» en sus respectivas comunidades, es un claro ejemplo de esta estrategia. Óscar López, Mónica García, Pilar Alegría y Diana Morant fueron elegidos para representar al Gobierno en sus territorios, con el objetivo de confrontar a los líderes autonómicos del PP y debilitar su imagen. Esta táctica se basa en la premisa de que Feijóo tiene menos poder real que sus barones autonómicos, lo que permite al Gobierno atacar a estos últimos sin tener que enfrentarse directamente al líder del PP.
La estrategia de Moncloa se fundamenta en el análisis de las elecciones autonómicas y generales de 2023, donde el PSOE sufrió una significativa pérdida de poder territorial. Sin embargo, la situación cambió cuando Feijóo perdió la oportunidad de gobernar debido a decisiones tomadas en comunidades como la valenciana, donde su pacto con Vox fue visto como precipitado. Para evitar repetir este desastre en futuras elecciones, Sánchez ha decidido controlar la oposición territorial desde la Moncloa, utilizando a sus ministros como figuras clave en esta maniobra.
La política de desgaste del Gobierno se ha centrado en resaltar las debilidades de la gestión del PP en diversas comunidades. Por ejemplo, en Andalucía, el PSOE ha aprovechado los errores en los cribados de cáncer de mama para criticar la gestión de Juanma Moreno, el presidente andaluz. Este tipo de ataques no solo busca debilitar la imagen del PP, sino que también intenta extender la crítica a la sanidad andaluza en su conjunto, cuestionando la privatización de servicios.
En Castilla y León, la gestión de los incendios forestales por parte de Alfonso Fernández Mañueco se ha convertido en otro punto de ataque para el Gobierno. Al igual que en Andalucía, el PSOE ha encontrado una grieta en la gestión del PP que le permite criticar su eficacia y capacidad de respuesta ante crisis locales. En Galicia, aunque la estrategia ha tenido menos éxito, el Gobierno sigue intentando desgastar a Alfonso Rueda, también en relación con la gestión de incendios.
La situación en Madrid es particularmente interesante, ya que la presidenta de la Comunidad, Isabel Díaz Ayuso, ha adoptado una estrategia similar al confrontar al Gobierno central. Esta dinámica crea un escenario en el que ambos lados buscan beneficiarse de la confrontación, lo que complica aún más la situación para el PP. La estrategia de Moncloa se ha visto reforzada por la necesidad de Ayuso de fortalecer su imagen en un contexto de creciente antisanchismo.
El inicio de esta ofensiva política se remonta a hace casi un año, cuando la dana que afectó a Valencia se convirtió en un ensayo para la estrategia de desgaste del Gobierno. Carlos Mazón, el presidente de la Comunidad Valenciana, se vio atrapado en una serie de errores de gestión que le han costado popularidad. A pesar de que el PSOE ha logrado desgastar a algunos líderes del PP, también ha surgido la preocupación de que Vox podría beneficiarse de esta situación, al atraer a votantes descontentos con la gestión del PP.
En Extremadura, la situación es aún más complicada para el PSOE, ya que su candidato, Miguel Ángel Gallardo, enfrenta problemas legales que limitan su capacidad de acción. Esto ha llevado a Moncloa a buscar alternativas para debilitar al PP en esta comunidad, aunque hasta ahora no ha encontrado una grieta efectiva.
La estrategia de Moncloa no solo se centra en debilitar al PP, sino que también busca evitar que el partido de Santiago Abascal, Vox, se beneficie de la situación. Al desviar la atención hacia las debilidades del PP, el Gobierno espera que los votantes no se sientan atraídos por Vox como una alternativa viable. Sin embargo, esta táctica también conlleva riesgos, ya que podría resultar en un trasvase de votos que beneficie a la extrema derecha en lugar de al PSOE.
En resumen, la estrategia del Gobierno de Sánchez para debilitar al PP en las comunidades autónomas es un movimiento calculado que busca aprovechar las crisis locales y resaltar las debilidades de la gestión del partido. A medida que se acercan las elecciones, la efectividad de esta táctica se pondrá a prueba, y será interesante observar cómo se desarrollan los acontecimientos en el panorama político español.