La reciente destitución de Montse Tomé como seleccionadora del equipo femenino de fútbol español ha generado un intenso debate sobre la gestión y la comunicación dentro de la Real Federación Española de Fútbol (RFEF). Tomé, quien asumió el cargo tras el escándalo de Luis Rubiales, se encontró en una situación complicada, marcada por la presión mediática y las expectativas de un equipo que había logrado un notable desempeño en la Eurocopa. En una entrevista reciente, la exentrenadora compartió sus reflexiones sobre su salida y el contexto que la rodeó.
**La Gestión de la Selección Femenina**
Montse Tomé tomó las riendas del equipo en un momento crítico, donde la atención estaba centrada no solo en el rendimiento deportivo, sino también en la necesidad de reconstruir la imagen del fútbol femenino tras el escándalo de Rubiales. En su entrevista, Tomé expresó su sorpresa por la forma en que se produjo su despido, señalando que no tenía claro quién había tomado la decisión final. «No sé quién me ha echado, sinceramente no te sabría decir…», comentó, dejando entrever la falta de claridad en la comunicación interna de la RFEF.
La exseleccionadora también abordó la influencia de las jugadoras en su despido, afirmando que no creía que su opinión hubiera sido determinante en una decisión de tal magnitud. «Si queremos ir hacia un fútbol femenino profesional, quién tiene que tomar esas decisiones no son las jugadoras…», afirmó, subrayando la necesidad de que los dirigentes asuman la responsabilidad de las decisiones críticas. Esta declaración ha suscitado reacciones diversas, con algunos críticos argumentando que la falta de apoyo público de las jugadoras podría haber influido en la percepción de su gestión.
Tomé destacó que, a pesar de las dificultades, había logrado construir un vestuario unido, donde las futbolistas podían mirarse a los ojos y luchar juntas. «Lograr la unión ha sido una grandísima victoria», afirmó, lo que sugiere que su enfoque en la cohesión del equipo fue un aspecto positivo de su gestión. Sin embargo, también reconoció que las decisiones deportivas a veces generaban divisiones entre las jugadoras, lo que complicaba su labor como entrenadora.
**El Futuro de Montse Tomé**
Tras su despido, Montse Tomé se encuentra en una encrucijada profesional. Con siete años de experiencia en el fútbol femenino, ha manifestado su deseo de continuar en el ámbito del entrenamiento, buscando nuevas oportunidades que le permitan aplicar lo aprendido en su tiempo al frente de la selección. «Tengo muchas ganas de entrenar y toca pensar en el futuro; han sido siete años difíciles», comentó, reflejando su determinación por seguir adelante a pesar de la adversidad.
La exentrenadora también se refirió a la falta de apoyo público por parte de las jugadoras tras su salida, lo que ha sido objeto de críticas. «He recibido llamadas y mensajes de muchísimas jugadoras», aseguró, lo que sugiere que, aunque no se manifestaron públicamente, muchas de ellas valoran su trabajo y su dedicación al equipo. Esta situación pone de manifiesto la complejidad de las relaciones en el vestuario y la presión que enfrentan las jugadoras en un entorno mediático tan intenso.
El despido de Montse Tomé ha abierto un debate más amplio sobre la gestión del fútbol femenino en España. La presión mediática y las expectativas de rendimiento son factores que influyen en las decisiones de los directivos, y la falta de comunicación clara puede llevar a situaciones complicadas como la que ha vivido Tomé. A medida que el fútbol femenino continúa creciendo en popularidad y relevancia, será crucial que las federaciones y los clubes establezcan estructuras de apoyo que permitan a las entrenadoras y jugadoras trabajar en un ambiente de confianza y respeto mutuo.
La historia de Montse Tomé es un recordatorio de los desafíos que enfrentan las mujeres en el deporte, especialmente en roles de liderazgo. Su experiencia puede servir como un punto de partida para reflexionar sobre cómo se pueden mejorar las dinámicas dentro de los equipos y las organizaciones, asegurando que las decisiones se tomen de manera justa y transparente. A medida que el fútbol femenino avanza, es esencial que se escuchen las voces de quienes están en el campo, tanto entrenadoras como jugadoras, para construir un futuro más sólido y cohesionado.