La provincia de Valencia ha sido testigo de una serie de riadas devastadoras en menos de 70 años, marcando un patrón de eventos meteorológicos extremos que han dejado una huella imborrable en la memoria colectiva. Desde la riada del Túria en 1957 hasta la Pantanada de Tous en 1982 y la reciente DANA del 29 de octubre, estos fenómenos han sido el resultado de sistemas convectivos de mesoescala que, al anclarse en la misma región, provocan precipitaciones torrenciales y daños significativos.
Los expertos, como el meteorólogo Rafael Armengot, han estudiado estos eventos y han identificado similitudes en su génesis y funcionamiento. La clave radica en la formación de depresiones aisladas en niveles altos, conocidas como DANA, que generan inestabilidad atmosférica. Esta inestabilidad, combinada con un flujo constante de aire cálido y húmedo del mar, crea las condiciones ideales para que se produzcan lluvias intensas y prolongadas.
### La Tríada de Riadas: Un Patrón Recurrente
La historia de las riadas en Valencia se puede dividir en tres episodios significativos. La primera fue la riada del Túria en 1957, que dejó un saldo de 1.414 hectómetros cúbicos (hm³) de agua en 24 horas. Este evento fue seguido por la Pantanada de Tous en 1982, que se convirtió en el episodio más devastador, con un total de 2.042 hm³ de agua caída en un solo día. Finalmente, la DANA del 29 de octubre de 2024, aunque menos intensa en términos de volumen total, también causó estragos, con 1.412 hm³ de agua.
Armengot destaca que la Pantanada de Tous fue particularmente notable, ya que su volumen de agua podría haber llenado hasta 816.200 piscinas olímpicas. Este evento no solo fue significativo por la cantidad de agua, sino también por el impacto que tuvo en la infraestructura y la vida de los ciudadanos. La presa de Tous, que se reventó debido a la tromba de agua, es un recordatorio de la vulnerabilidad de la región ante estos fenómenos naturales.
### La Evolución de la Tecnología Meteorológica
A lo largo de las décadas, la tecnología para medir y predecir estos eventos ha avanzado considerablemente. En 1982, la capacidad para registrar la intensidad de las lluvias era limitada, con solo un par de pluviómetros en la provincia. Sin embargo, hoy en día, la Agencia Estatal de Meteorología (Aemet) cuenta con radares avanzados que permiten medir las precipitaciones y su distribución en tiempo real.
A pesar de estos avances, el evento de la DANA del 29 de octubre de 2024 demostró que incluso la tecnología más avanzada puede verse superada por la magnitud de las tormentas. La densidad de la lluvia fue tal que los radares no pudieron captar la intensidad de la precipitación, lo que subraya la necesidad de seguir investigando y mejorando los sistemas de alerta y respuesta ante emergencias.
El registro de la DANA, con 771,8 litros por metro cuadrado en 24 horas, es el segundo más alto en la historia de España, solo superado por el récord de 817 litros en Oliva en 1987. Sin embargo, los expertos sugieren que los 882 litros registrados en Casas del Barón en 1982 podrían haber sido aún más altos, aunque no se homologaron oficialmente debido a problemas técnicos.
### La Importancia de la Prevención y la Conciencia Pública
La experiencia acumulada a lo largo de estos eventos ha llevado a un cambio en la percepción del riesgo meteorológico en la región. Armengot advierte que la “soberbia tecnológica” puede llevar a una falsa sensación de seguridad, haciendo que la población baje la guardia ante la posibilidad de riadas. Es fundamental que tanto las autoridades como los ciudadanos mantengan una conciencia activa sobre los riesgos asociados a estos fenómenos y estén preparados para actuar en caso de emergencia.
La planificación urbana y la gestión de recursos hídricos son aspectos críticos que deben ser considerados para mitigar el impacto de futuras riadas. La Confederación Hidrográfica del Júcar (CHJ) ha comenzado a implementar obras de reparación y mejora en infraestructuras como la presa de Tous, pero es esencial que estas acciones se complementen con una educación adecuada sobre el manejo del agua y la prevención de inundaciones.
En resumen, la historia de las riadas en Valencia es un recordatorio de la fuerza de la naturaleza y la necesidad de estar preparados. La combinación de tecnología avanzada, conciencia pública y una gestión adecuada de los recursos puede ayudar a minimizar los daños y proteger a la población ante futuros eventos meteorológicos extremos.