La reciente película ‘Los pecadores’, dirigida por Ryan Coogler, ha generado un gran revuelo en la industria del cine, no solo por su contenido innovador, sino también por las condiciones contractuales que ha establecido su director con Warner Bros. Esta situación ha desatado un debate sobre el futuro de los derechos de autor en Hollywood y cómo podría afectar el sistema de estudios en su conjunto.
### La trama y el contexto de ‘Los pecadores’
‘Los pecadores’ es una ambiciosa superproducción que combina elementos del blues, la cultura afroamericana durante la era de Jim Crow y, por supuesto, vampiros. Protagonizada por Michael B. Jordan, la película ha sido aclamada por la crítica y ha logrado captar la atención del público desde su estreno el 18 de abril. Con un presupuesto de 90 millones de dólares, ha recaudado hasta ahora 61 millones, lo que sugiere que podría alcanzar la rentabilidad en un futuro cercano.
Sin embargo, lo que realmente ha captado la atención de la industria son las condiciones del contrato que Coogler firmó con Warner Bros. En un momento en que los estudios buscan recuperar su prestigio y estabilidad financiera tras la pandemia y la crisis del streaming, el acuerdo de Coogler incluye derechos que tradicionalmente se reservan para cineastas de renombre. Esto incluye el derecho al montaje final, un porcentaje significativo de la taquilla y, lo más controvertido, la posibilidad de retener los derechos de propiedad intelectual 25 años después del estreno de la película.
### La reacción de la industria y sus implicaciones
La reacción de Hollywood ante este acuerdo ha sido de preocupación. Muchos ejecutivos ven en las condiciones de Coogler un precedente peligroso que podría desestabilizar el sistema de estudios. Un ejecutivo anónimo expresó que «los estudios existen para crear una biblioteca», sugiriendo que la posibilidad de perder los derechos de una película a largo plazo podría afectar gravemente los ingresos futuros de los estudios. La idea de que una película pueda desaparecer de su catálogo en un plazo de 25 años es, para muchos, una amenaza directa a la viabilidad económica de los estudios.
Este temor se ve amplificado por el hecho de que, si otros cineastas comienzan a exigir condiciones similares, podría haber un cambio radical en la dinámica de poder entre los estudios y los creadores. La industria cinematográfica ha estado históricamente dominada por los estudios, que controlan la distribución y los derechos de las películas. Sin embargo, con la creciente influencia de los directores y su capacidad para negociar mejores condiciones, el equilibrio de poder podría estar cambiando.
Además, la situación se complica aún más por el contexto en el que se desarrolla. La pandemia de COVID-19 y el auge del streaming han forzado a los estudios a replantearse sus estrategias de distribución y producción. Warner Bros., bajo la dirección de David Zaslav, ha intentado regresar a un modelo más tradicional, priorizando los estrenos en cines sobre el lanzamiento simultáneo en plataformas de streaming. Sin embargo, esto ha llevado a decisiones controvertidas, como la cancelación de proyectos que ya estaban en producción, lo que ha generado descontento entre los cineastas.
La ambición de Coogler de hacer de ‘Los pecadores’ una producción original y representativa de la cultura afroamericana también ha resonado en un momento en que la diversidad y la inclusión son temas candentes en la industria. Su éxito podría abrir la puerta a más proyectos de este tipo, pero también plantea la pregunta de cómo los estudios manejarán las demandas de los cineastas en el futuro.
### La búsqueda de un nuevo equilibrio
Pam Abdy y Michael DeLuca, quienes lideran la división cinematográfica de Warner Bros., están intentando mantener el estatus de la compañía como un refugio para los autores, a pesar de los fracasos recientes. Han invertido grandes sumas en proyectos arriesgados, como la adaptación de ‘Cumbres borrascosas’ y la nueva película de Paul Thomas Anderson, lo que ha generado críticas sobre la viabilidad de tales inversiones en un entorno tan incierto.
Los ejecutivos de la industria están divididos sobre si estas decisiones son acertadas o si, por el contrario, representan un riesgo a largo plazo. Algunos argumentan que la búsqueda de un equilibrio entre los derechos de los cineastas y la necesidad de los estudios de mantener el control sobre sus propiedades es esencial para la supervivencia del modelo de negocio actual.
En este contexto, el caso de ‘Los pecadores’ se convierte en un microcosmos de las tensiones más amplias que enfrenta Hollywood. La película no solo es un testimonio del talento de Coogler y su capacidad para contar historias significativas, sino que también plantea preguntas cruciales sobre el futuro de la industria y la forma en que se gestionan los derechos de autor en un mundo en constante cambio. A medida que la industria navega por estas aguas turbulentas, el impacto de ‘Los pecadores’ podría ser más profundo de lo que se anticipa, marcando un punto de inflexión en la relación entre cineastas y estudios.