En el contexto actual de la Iglesia católica, la figura de Xiskya Valladares se destaca no solo por su labor como monja y activista, sino también por su influencia en las redes sociales, donde ha acumulado miles de seguidores. Desde su hogar en Mallorca, Valladares observa con atención el cónclave que se avecina, un evento que despierta tanto su interés como su preocupación. En una reciente conversación, compartió su deseo de que los cardenales elijan «un Papa del siglo XXI, y no del siglo XIX». Esta declaración refleja una inquietud que resuena entre muchos jóvenes que buscan una Iglesia más inclusiva y moderna.
La elección del nuevo Papa es un proceso que, a lo largo de la historia, ha estado dominado por hombres. Valladares recuerda que en los inicios de la Iglesia, la elección del obispo de Roma se realizaba con la participación del pueblo, un mecanismo que se ha perdido con el tiempo. Desde el siglo XI, con la decisión de Nicolás II de limitar el derecho a elegir al Papa solo a los cardenales, la voz del pueblo ha sido silenciada. Esta exclusión plantea una pregunta crucial: ¿cómo puede la Iglesia avanzar hacia un futuro más inclusivo si las decisiones clave continúan en manos de un grupo homogéneo?
La activista nicaragüense no oculta su preocupación por el retroceso en los avances logrados en la inclusión de mujeres en la Iglesia. A pesar de que el Papa Francisco hizo esfuerzos significativos para abrir espacios a las mujeres, como la creación de comisiones de estudio sobre su papel en la Iglesia, Valladares señala que aún queda mucho por hacer. En el momento de la muerte del Papa Francisco, había diez mujeres en posiciones de decisión dentro del Vaticano, un número que, aunque significativo, sigue siendo insuficiente. La resistencia de ciertos sectores a aceptar a las mujeres en roles de liderazgo es un obstáculo que persiste, y Valladares lo atribuye a un miedo arraigado en siglos de cultura patriarcal.
La resistencia al cambio es palpable, y Valladares lo expresa con claridad: «Hay un miedo a perder poder, a no saber trabajar con mujeres, a ser opacados». Esta dinámica de poder es uno de los temas más tensos dentro de la Iglesia, y la falta de representación femenina en el cónclave es un reflejo de esta realidad. La activista subraya que, aunque el derecho canónico actual establece que solo los hombres pueden ser cardenales, la historia muestra que no siempre ha sido así. La posibilidad de un cambio en la forma de elegir al Papa es un tema que merece ser explorado.
En su análisis, Valladares también se pregunta qué tipo de Papa sería el más adecuado para el mundo actual. Su deseo es que el nuevo pontífice no solo continúe los procesos iniciados por Francisco, sino que también se preocupe por los problemas contemporáneos, como la migración, la pobreza y la exclusión. «No me gustaría un Papa que apartase la vista a los migrantes, a los excluidos, a las mujeres», afirma con firmeza. Para ella, el futuro de la Iglesia debe estar alineado con las necesidades y preocupaciones de la sociedad actual.
La voz de Valladares es un eco de las aspiraciones de muchos jóvenes que buscan una Iglesia más abierta y receptiva. La iniciativa que apoya, que busca enviar una carta al Colegio de Cardenales, es un intento de recordarles que los jóvenes también tienen un papel en la Iglesia y que sus voces deben ser escuchadas. La idea de un Papa que represente los valores del siglo XXI es fundamental para construir un futuro más inclusivo y justo.
El cónclave que se avecina representa una oportunidad crucial para la Iglesia católica. La elección de un nuevo Papa puede marcar un punto de inflexión en la historia de la institución, y las expectativas son altas. Valladares, junto con muchos otros, espera que el nuevo líder no solo mantenga los avances logrados, sino que también abra nuevas puertas para la inclusión de las mujeres y la atención a las problemáticas sociales.
La lucha por la igualdad de género en la Iglesia es un tema que no se puede ignorar. A medida que el mundo avanza, la Iglesia debe adaptarse a las realidades contemporáneas y reconocer el valor de la diversidad en su liderazgo. La voz de mujeres como Xiskya Valladares es esencial para impulsar este cambio, y su activismo es un recordatorio de que la búsqueda de justicia e inclusión es un camino que debe continuar. La historia de la Iglesia está en constante evolución, y el próximo cónclave será un momento decisivo en este proceso.