La línea de Metrovalencia que conecta Empalme con Burjassot ha sido objeto de quejas por parte de los residentes de la zona, quienes han expresado su descontento por el ruido constante que genera el paso de los trenes. Este problema no es nuevo, ya que los vecinos han estado reclamando el soterramiento de las vías durante décadas. Sin embargo, a pesar de que parte de la línea ahora se encuentra bajo tierra, el ruido sigue siendo una preocupación diaria para quienes viven cerca de las vías.
Los habitantes de Burjassot han compartido sus experiencias sobre el ruido del metro, que se ha convertido en una especie de banda sonora de su vida cotidiana. Lorenzo y Paz, un matrimonio que vive justo al lado de las vías, han manifestado su frustración: «El ruido es una barbaridad. Ahora que hace mejor tiempo y quieres abrir las ventanas y las puertas, se oye mucho». Esta situación se agrava especialmente por las noches, cuando el sonido del tren se vuelve más notorio y perturbador.
La situación ha llevado al Síndic de Greuges a intervenir, exigiendo a Ferrocarrils de la Generalitat Valenciana (FGV) que tome medidas para mitigar el ruido. Según el Síndic, los derechos de los ciudadanos se han visto vulnerados por el estruendo que han tenido que soportar durante los últimos cinco años. A pesar de que algunos vecinos reconocen que el soterramiento ha reducido las vibraciones que antes se sentían con el paso del tren por la superficie, el chirrido del convoy al entrar y salir del túnel sigue siendo un problema significativo.
Concepción, otra vecina de la zona, ha comentado: «Antes, cuando el tren no estaba soterrado, el ruido por mi casa era mayor, aunque es verdad que el sonido no rechinaba como ahora». Esta percepción es común entre los residentes, quienes han notado que, aunque el ruido ha cambiado, sigue siendo una molestia constante. Sergio, un vecino que vive en un ático con vistas a la curva del tren, ha señalado que la insonorización de su hogar es buena, pero que en verano, cuando se abren las ventanas, el ruido se convierte en un problema.
La respuesta de FGV a las quejas ha sido que están realizando pruebas acústicas en toda la red de Metrovalencia para encontrar soluciones efectivas. Sin embargo, estas pruebas han llevado más tiempo del esperado debido a la carga de trabajo del personal técnico, que también está lidiando con los daños causados por lluvias torrenciales en la infraestructura ferroviaria. A pesar de las quejas, FGV ha indicado que las mediciones de ruido realizadas no superan los límites legales que obligarían a tomar medidas correctivas.
La situación ha generado un debate entre los vecinos sobre la efectividad del soterramiento y la necesidad de soluciones adicionales. Algunos, como Pedro, reflexionan sobre la ironía de que, tras haber soportado décadas de ruido por el tren en la superficie, ahora se quejen del ruido del tren soterrado. Otros, como Olga, sugieren que la solución podría ser la construcción de una estructura que actúe como un muro de contención del ruido, para aliviar la contaminación acústica que afecta a la comunidad.
Mientras tanto, los residentes continúan lidiando con el ruido del metro en su vida diaria. La situación ha puesto de manifiesto la necesidad de un equilibrio entre el desarrollo de infraestructuras de transporte y la calidad de vida de los ciudadanos. A medida que las pruebas acústicas avanzan y se buscan soluciones, los vecinos de Burjassot esperan que sus voces sean escuchadas y que se tomen medidas efectivas para mejorar su calidad de vida. La lucha por un entorno más silencioso y habitable continúa, mientras el sonido del metro sigue siendo una constante en sus rutinas diarias.