Las elecciones locales que se celebrarán en parte de Inglaterra este jueves representan un momento crucial para el primer ministro británico, Keir Starmer. Desde su victoria en las elecciones generales del pasado julio, Starmer ha estado bajo presión para demostrar su capacidad de liderazgo frente a un panorama político cambiante. La creciente popularidad de Reform UK, liderada por Nigel Farage, ha puesto en jaque a los dos grandes partidos tradicionales, el Partido Laborista y el Partido Conservador, lo que podría transformar el mapa político del Reino Unido.
La estrategia de Starmer ha sido escorarse hacia la derecha en temas migratorios, buscando atraer a los votantes moderados que podrían sentirse atraídos por las propuestas de Reform UK. Recientemente, ha anunciado medidas drásticas, como la intención de retirar el estatus de refugiado a aquellos que cometan delitos sexuales, una propuesta que se incluirá en un proyecto de ley de seguridad de fronteras en tramitación. Esta maniobra busca mostrar una postura firme en un tema que ha resonado profundamente en la opinión pública, especialmente en un contexto donde las encuestas sugieren que Reform UK podría obtener resultados significativos en las elecciones.
Sin embargo, dentro de su propio partido, algunos diputados laboristas han expresado que el Gobierno no está siendo lo suficientemente contundente en su respuesta a la inmigración. Algunos han llegado a sugerir la posibilidad de que el Reino Unido se retire de la Convención Europea de los Derechos Humanos para facilitar las deportaciones, una idea que ha generado controversia y división interna. A pesar de estas tensiones, el Gobierno ha decidido no adoptar medidas tan extremas, consciente de que las elecciones locales se celebran en su mayoría en áreas tradicionalmente conservadoras.
El Partido Conservador, que actualmente controla 19 de las 23 unidades administrativas en juego, se enfrenta a un panorama sombrío. Las encuestas indican que podrían perder cerca de la mitad de sus concejalías, lo que representa un golpe significativo para un partido que ha dominado la política local en los últimos años. En 2021, los conservadores disfrutaron de un buen desempeño electoral, impulsados por el éxito del programa de vacunación de Boris Johnson. Sin embargo, el clima político ha cambiado drásticamente, y la desconfianza hacia el partido ha crecido, en parte debido a los escándalos que llevaron a la dimisión de Johnson.
La situación actual plantea un escenario donde los laboristas podrían mantener la mayoría de las concejalías que defienden, mientras que los liberaldemócratas y los verdes buscan mejorar sus resultados. Si las proyecciones se confirman, estas elecciones podrían marcar un cambio hacia un sistema multipartidista en el Reino Unido, desafiando la hegemonía de los dos grandes partidos.
La posibilidad de alianzas entre los conservadores y Reform UK ha comenzado a ser discutida entre algunos miembros del partido. Robert Jenrick, un destacado portavoz conservador, ha expresado su apoyo a una coalición con el partido de Farage, argumentando que esto podría evitar la fragmentación del voto de la derecha y asegurar que Starmer no gane en las elecciones generales de 2029. Estas declaraciones, que se hicieron en un encuentro privado y luego se filtraron a la prensa, han causado un revuelo interno en el Partido Conservador, obligando a la líder Kemi Badenoch a desmentir cualquier negociación con la formación populista.
La división actual en la derecha podría beneficiar a Starmer y su partido, aunque los laboristas también están atentos a los avances de Reform UK, especialmente en regiones como Gales y en el norte de Inglaterra, donde el partido de Farage ha estado ganando terreno. Además de las elecciones locales, Reform UK tiene la vista puesta en obtener un escaño en la Cámara de los Comunes en la circunscripción de Runcorn and Helsby, donde se celebran elecciones anticipadas tras la expulsión de un laborista por un incidente violento.
En este contexto, las elecciones locales no solo son una prueba para Starmer, sino también un reflejo de la evolución del panorama político británico. La creciente fragmentación del voto y el ascenso de partidos como Reform UK indican que los votantes están buscando alternativas a los partidos tradicionales. La capacidad de Starmer para navegar este nuevo paisaje político y responder a las preocupaciones de los votantes será crucial para su futuro y el del Partido Laborista en los próximos años.