El aeropuerto de Valencia, conocido como Manises, se encuentra en el centro de un debate crucial sobre su futuro. Desde hace más de un año, la ampliación de sus instalaciones ha sido un tema recurrente en la agenda política valenciana, especialmente a medida que se acerca el inicio del Documento de Regulación Aeroportuaria (DORA III) en 2027. Aena, la entidad gestora de los aeropuertos en España, ha prometido mejoras, pero la falta de detalles concretos ha generado inquietud entre los actores políticos y económicos de la región.
### La Saturación del Aeropuerto de Manises
La situación actual del aeropuerto de Valencia es alarmante. Con más de 10,81 millones de pasajeros en 2024, Manises ha superado su capacidad máxima oficial de 10,5 millones de usuarios, lo que representa una operación al 103 % de su capacidad. Esta cifra es notablemente superior a la de otros aeropuertos españoles, donde la saturación es menos crítica. Por ejemplo, el aeropuerto de Madrid-Barajas, aunque también está parcialmente saturado, operó al 94 % de su capacidad con 66 millones de pasajeros en 2024.
La congestión en Manises se ha intensificado en 2025, con un incremento del 11,6 % en el tráfico de pasajeros en comparación con el año anterior. Este crecimiento se debe en gran parte a un aumento en el tráfico internacional, que ha mostrado una mejora significativa. En solo cinco meses de 2025, el aeropuerto ha registrado más de 4,5 millones de pasajeros, lo que plantea la posibilidad de que al final del año se superen los 11,5 millones de usuarios. Esta situación ha llevado a la consellera de Turismo, Marián Cano, a exigir al Gobierno que actúe con rapidez y concrete los planes de ampliación, advirtiendo sobre las consecuencias económicas de no hacerlo.
### Implicaciones Económicas de la Ampliación
La falta de acción en la ampliación del aeropuerto de Valencia podría tener repercusiones económicas significativas. Según un informe de las Cámaras de Comercio de la Comunitat Valenciana, no ampliar Manises podría costar más de 933 millones de euros al año a la economía local. Además, se estima que la región podría perder hasta cuatro millones de viajeros anuales y poner en riesgo alrededor de 17,000 empleos. Estos datos subrayan la urgencia de abordar la saturación del aeropuerto y la necesidad de invertir en su infraestructura.
La ampliación no solo beneficiaría a los pasajeros, sino que también podría atraer más inversiones y fomentar el crecimiento económico en la región. Con un verano que se prevé de récord en términos de turismo, la presión sobre el aeropuerto de Valencia solo aumentará. La falta de capacidad para manejar el creciente número de pasajeros podría llevar a una experiencia negativa para los viajeros, lo que a su vez podría afectar la reputación del destino.
La situación actual del aeropuerto de Valencia es un claro reflejo de la necesidad de una planificación a largo plazo en el sector aeroportuario. La saturación no solo afecta a los pasajeros, sino que también tiene implicaciones para las aerolíneas y los operadores turísticos que dependen de un aeropuerto eficiente y bien gestionado. La falta de capacidad puede resultar en vuelos cancelados, retrasos y una experiencia general insatisfactoria para los viajeros.
En este contexto, es fundamental que las autoridades locales y nacionales trabajen juntas para desarrollar un plan de expansión que no solo aborde la saturación actual, sino que también prepare al aeropuerto de Valencia para el futuro. Esto incluye no solo la ampliación de las instalaciones, sino también la mejora de los servicios y la infraestructura de transporte que conecta el aeropuerto con la ciudad y otras regiones.
La presión para actuar es cada vez mayor, y los responsables políticos deben escuchar las demandas de la comunidad y de los sectores económicos que dependen del aeropuerto. La ampliación del aeropuerto de Valencia no es solo una cuestión de infraestructura, sino una necesidad estratégica para asegurar el crecimiento y la competitividad de la región en el futuro. La falta de acción podría tener consecuencias duraderas que afecten no solo a los viajeros, sino también a la economía local en su conjunto.