En València, la historia de Elena, una mujer que se enfrenta a un acoso inmobiliario por parte de un fondo de inversión ruso, ha puesto de relieve las tensiones que surgen en el mercado de la vivienda. Desde que este grupo adquirió su piso y otros ocho a precios irrisorios, la vida de Elena ha cambiado drásticamente. Su contrato de alquiler, que aún es válido, no ha sido suficiente para protegerla de las tácticas intimidatorias que ha sufrido desde la llegada de los nuevos propietarios.
Elena, que vive en el distrito de Quatre Carreres, ha denunciado que ha sido víctima de amenazas, cortes de suministros y sabotajes en su hogar. La situación se ha vuelto tan insostenible que ha afectado su salud mental, obligando a sus hijos a estar constantemente a su lado para brindarle apoyo. La empresa contratada por el fondo de inversión ha utilizado métodos agresivos para intentar desalojarla, incluyendo la interrupción de servicios básicos como la luz y el agua, así como el sabotaje de la cerradura de su puerta con silicona.
### La Compra de Pisos a Precio de Derribo
El fondo de inversión ruso adquirió los pisos en València a precios que parecen de risa en comparación con el mercado actual. Por ejemplo, uno de los inmuebles fue vendido por tan solo 23.000 euros. Esta compra se realizó en un contexto donde la Generalitat Valenciana mostró desinterés por ejercer su derecho de tanteo, lo que permitió que el fondo comprara las propiedades sin oposición. Esta falta de acción por parte de las autoridades ha sido criticada por diversas organizaciones y entidades vecinales que abogan por la protección de los derechos de los inquilinos.
El paquete de viviendas adquirido por el fondo incluye ocho pisos en València y uno en Mislata, todos ellos a precios que no reflejan el valor real del mercado. La situación ha generado un clamor entre los vecinos y organizaciones sociales, quienes han exigido a la Generalitat y al Ayuntamiento que actúen para proteger a los inquilinos y evitar que se repitan casos de acoso como el de Elena.
La familia de Elena ha intentado recomprar el piso, presentando una oferta de 180.000 euros, pero el fondo ha rechazado cualquier negociación. Además, han solicitado a la Conselleria de Educación que les ceda el derecho de tanteo para poder adquirir el inmueble al mismo precio que lo compró el fondo, pero esta solicitud fue denegada. La negativa de las autoridades a intervenir ha dejado a Elena en una situación precaria, donde su única opción parece ser resistir el acoso.
### La Resistencia de los Vecinos y la Respuesta de las Autoridades
La comunidad ha comenzado a movilizarse en apoyo a Elena. Los vecinos han sido fundamentales en la denuncia de las acciones del fondo, alertando a la policía cada vez que han visto a los supuestos matones en el edificio. Sin embargo, la respuesta de las autoridades ha sido insuficiente hasta ahora. Aunque se han presentado denuncias, la situación sigue sin resolverse, y Elena continúa viviendo con miedo.
El Ayuntamiento de València ha comenzado a estudiar la posibilidad de comprar el edificio donde se encuentran los pisos adquiridos por el fondo ruso, pero aún no hay decisiones concretas. La presión social y las denuncias de acoso han llevado a que se considere esta opción, pero muchos se preguntan si será suficiente para proteger a los inquilinos en situaciones similares.
Las organizaciones vecinales, como la Federación de Asociaciones Vecinales de València y la Plataforma de Afectados por la Hipoteca (PAH), han reclamado a la Generalitat que ejerza su derecho de tanteo para evitar que estos fondos de inversión continúen comprando propiedades a precios de saldo y acosando a los inquilinos. La situación de Elena es solo un ejemplo de un problema más amplio que afecta a muchas familias en València y otras ciudades de España, donde los fondos de inversión están comprando propiedades y despojando a los inquilinos de sus hogares.
El caso de Elena ha puesto en evidencia la necesidad de una legislación más robusta que proteja a los inquilinos y limite las prácticas abusivas de los fondos de inversión. La falta de acción por parte de las autoridades locales y regionales ha dejado a muchos en una situación vulnerable, y la historia de Elena es un llamado a la acción para todos aquellos que creen en el derecho a una vivienda digna. Mientras tanto, Elena sigue luchando por su hogar, esperando que su historia inspire cambios en la política de vivienda y protección de inquilinos en València y más allá.