La situación política en Venezuela se encuentra en un punto crítico, con 21,4 millones de ciudadanos habilitados para votar en las elecciones que se celebrarán este domingo. En juego están 24 gobernaciones, 260 legisladores estaduales y 285 diputados a la Asamblea Nacional, un órgano que ha estado bajo el control del gobierno de Nicolás Maduro desde 2020. La pregunta que resuena entre los votantes es: ¿deberían acudir a las urnas o abstenerse? Esta interrogante se presenta en un contexto de desconfianza hacia el sistema electoral y de tensiones políticas que han marcado la historia reciente del país.
El gobierno de Maduro ha movilizado recursos públicos y ha instado a sus seguidores a participar en las elecciones, argumentando que el país enfrenta una «ofensiva terrorista». Durante el cierre de campaña, Maduro afirmó que su administración está desarticulando planes violentos orquestados por la oposición, a la que ha vinculado con intereses externos, especialmente de Colombia y Estados Unidos. En este clima de tensión, las fuerzas de seguridad han arrestado a numerosos individuos, algunos de ellos extranjeros, bajo acusaciones de conspiración.
Por otro lado, la oposición se encuentra dividida. María Corina Machado, una de las figuras más prominentes de la oposición radical, ha instado a la población a no votar, argumentando que el sistema electoral carece de legitimidad. Su postura se alinea con la de otros grupos que consideran que participar en las elecciones sería validar un proceso que ya consideran fraudulento. En contraste, figuras como Henrique Capriles, quien ha sido candidato presidencial en dos ocasiones, abogan por la participación, argumentando que es necesario hacer sentir la voz de la oposición desde dentro del sistema, a pesar de las irregularidades.
El dilema entre votar o no votar refleja una profunda desconfianza en el sistema político. Muchos ciudadanos sienten que su participación no cambiará la situación actual, lo que ha llevado a un sentimiento de apatía generalizada. Sin embargo, otros creen que la abstención solo beneficiaría al gobierno, permitiendo que Maduro mantenga su control sin oposición significativa. Este conflicto interno dentro de la oposición se ha intensificado a medida que se acercan las elecciones, generando un ambiente de incertidumbre y tensión.
**Tensiones territoriales y su impacto en el clima electoral**
La situación política en Venezuela no solo se ve afectada por las elecciones internas, sino también por las tensiones territoriales con Guyana. El Esequibo, un territorio en disputa que representa el 70% de la superficie de Guyana, ha sido un punto de fricción entre ambos países. Venezuela ha mantenido su reclamo sobre esta región, argumentando razones históricas y económicas, especialmente en relación con los recursos naturales que alberga, como petróleo y minerales.
La Corte Internacional de Justicia (CIJ) ha intervenido en este conflicto, y en 2018, Guyana presentó una demanda contra Venezuela para resolver la disputa. A pesar de la presión internacional, el gobierno venezolano ha desafiado las decisiones de la CIJ, lo que ha exacerbado las tensiones bilaterales. En un intento por consolidar el apoyo interno, el gobierno de Maduro ha promovido una consulta popular sobre el Esequibo, que, aunque tuvo baja participación, mostró un apoyo abrumador a la reclamación territorial.
Este contexto territorial se entrelaza con la política interna, ya que el gobierno utiliza el nacionalismo y la defensa de la soberanía como herramientas para movilizar a la población. La retórica en torno al Esequibo se ha intensificado, especialmente con el auge de la industria petrolera en Guyana, que ha atraído inversiones significativas, particularmente de empresas estadounidenses. La administración de Trump ha mostrado su apoyo a Guyana, lo que añade una capa adicional de complejidad a la situación.
**La economía como telón de fondo**
La economía venezolana ha sufrido un colapso significativo en los últimos años, y las elecciones se producen en un contexto de crisis económica y social. La inflación, la escasez de productos básicos y la migración masiva han marcado la vida cotidiana de los venezolanos. En este sentido, el gobierno ha intentado presentarse como el protector de los ciudadanos, especialmente de aquellos que han sido desplazados por la crisis. Sin embargo, muchos ciudadanos ven a Maduro como parte del problema, no de la solución.
La economía de Guyana, por otro lado, ha experimentado un crecimiento notable gracias a sus recursos petroleros, lo que ha generado un contraste agudo con la situación en Venezuela. Este crecimiento ha atraído la atención internacional y ha intensificado la competencia por los recursos en la región. La administración de Maduro ha utilizado esta situación para reforzar su narrativa de defensa nacional, pero la realidad es que muchos venezolanos se sienten atrapados en un ciclo de crisis sin una salida clara.
En este contexto, las elecciones del domingo no solo son un evento político, sino un reflejo de las tensiones internas y externas que enfrenta Venezuela. La decisión de votar o no votar se convierte en un acto cargado de significado, en un país donde la política y la economía están profundamente entrelazadas.