El aumento del Salario Mínimo Interprofesional (SMI) en España ha sido un tema de debate constante en los últimos años, especialmente desde su notable incremento en 2019. Este ajuste, que elevó el salario mínimo a 900 euros en 14 pagas, ha tenido repercusiones significativas en el mercado laboral, afectando de manera desigual a las diferentes categorías de empresas y trabajadores. Un estudio reciente de la Fundación de Estudios de Economía Aplicada (Fedea) ha analizado estos efectos, revelando que el impacto ha sido más pronunciado en las pequeñas empresas.
**Efectos en las Empresas Pequeñas**
El análisis de Fedea indica que las empresas con menos de cinco trabajadores fueron las más afectadas por la subida del SMI. En estas pequeñas empresas, el 100% de los empleados tenía un salario inferior al nuevo mínimo, lo que resultó en una disminución del crecimiento del empleo en 4,5 puntos porcentuales. Este fenómeno se traduce en una pérdida de oportunidades laborales, ya que se estima que estar en una empresa muy afectada por el SMI disminuyó en 5,6 puntos porcentuales las posibilidades de empleo para un trabajador. A pesar de que el empleo en general estaba creciendo a un ritmo cercano al 3%, la subida del SMI ha tenido un efecto moderador en este crecimiento.
El estudio también señala que, aunque las empresas más grandes (con más de 50 empleados) no experimentaron una destrucción de empleo, sí se observaron cambios en la calidad del mismo. Esto se tradujo en recortes en las horas trabajadas y en la duración de los contratos, lo que sugiere que, aunque no se perdieron puestos de trabajo, sí se ajustaron las condiciones laborales para adaptarse al nuevo marco salarial.
**Incremento Salarial y Oportunidades Laborales**
El incremento del SMI en 2019 resultó en un aumento salarial promedio de 11,4 puntos porcentuales en las empresas donde todos los trabajadores estaban afectados. Sin embargo, este aumento no se tradujo en una mejora de las condiciones laborales para los empleados desplazados, al menos en los 12 meses siguientes a la subida. En empresas donde solo la mitad de la plantilla estuvo afectada, el aumento salarial fue de 5,7 puntos, lo que indica que el impacto del SMI es más significativo en aquellas empresas donde la mayoría de los trabajadores se encontraba por debajo del nuevo mínimo.
El estudio también plantea la necesidad de revisar la política del SMI, sugiriendo que podría ser beneficioso establecer un salario mínimo diferenciado por edades o perfiles laborales. Esta propuesta se basa en el modelo de países como Alemania, donde se permite que el SMI sea inferior para los jóvenes, quienes suelen tener menos experiencia y, por ende, menor productividad. Esta medida podría ayudar a mitigar el impacto negativo que una subida generalizada del SMI puede tener en el empleo juvenil.
Además, se sugiere la creación de una comisión de expertos que asesore sobre las subidas del SMI, garantizando que estas se adapten a la evolución del mercado laboral y a las condiciones económicas del país. La rigidez en la fijación del SMI podría resultar contraproducente, especialmente en tiempos de recesión, donde la flexibilidad salarial es crucial para la recuperación económica.
El análisis de Fedea pone de manifiesto la complejidad del impacto del SMI en el mercado laboral español. Mientras que el objetivo de mejorar las condiciones de vida de los trabajadores es loable, es fundamental considerar las repercusiones que estas políticas pueden tener en el empleo, especialmente en las pequeñas y medianas empresas que son el motor de la economía española. La búsqueda de un equilibrio entre un salario justo y la sostenibilidad del empleo es un desafío que requiere atención y análisis continuo.