La reciente subasta judicial de un terreno en el barrio de Benicalap, en València, ha puesto de manifiesto la complicada situación financiera de la familia Sanahuja, una de las sagas más emblemáticas del sector inmobiliario en España. La Sociedad de Gestión de Activos Procedentes de la Reestructuración Bancaria (Sareb) ha instado esta subasta para recuperar una deuda que asciende a 7.428.007 euros, lo que refleja la crisis que ha afectado a esta familia a lo largo de los años.
El terreno en cuestión es un solar edificable de casi 2.000 metros cuadrados, ubicado en el sector NPR-1 Benicalap Norte. Este espacio, que se encuentra entre la avenida Levante UD, la calle Casas Ibáñez y la avenida de los Hermanos Machado, tiene un uso residencial y terciario, con la posibilidad de construir hasta 71 viviendas. A pesar de su atractivo, la subasta, que tiene un valor estimado de 8.449.990 euros, no ha recibido ofertas hasta la fecha, y el plazo para presentar propuestas se cierra el 2 de junio de 2025.
La historia de la familia Sanahuja es un reflejo de los altibajos del sector inmobiliario en España. Romà Sanahuja Bosch, el patriarca de la familia, fue uno de los principales constructores durante el desarrollismo franquista, levantando alrededor de 5.000 viviendas en el Turó de la Peira de Barcelona entre 1953 y 1961. Junto a su hijo, Román Sanahuja Pons, fundó la empresa Sacresa, que se convirtió en un referente en el desarrollo de grandes proyectos, como el centro comercial L’Illa Diagonal y la reforma de la plaza de toros de Las Arenas.
Sin embargo, la fortuna de la familia comenzó a desmoronarse con la crisis económica de 2008. A pesar de haber acumulado un patrimonio de 5.265 millones de euros y haber estado al frente de importantes empresas como Metrovacesa, Sacresa se vio envuelta en la tercera mayor quiebra de la historia de España en 2010, con una deuda de 1.800 millones de euros. Desde entonces, la familia ha enfrentado una serie de reveses financieros, incluyendo la subasta de varios solares en Madrid en 2018 para intentar saldar deudas que sumaban 13 millones de euros.
La situación actual de la inmobiliaria Sanahuja Escofet, que se encuentra en concurso de acreedores desde 2013, es un claro indicativo de la crisis que atraviesa la familia. Además, la empresa sigue figurando en la lista de morosos de Hacienda con una deuda que alcanza los 16 millones de euros. Este contexto ha llevado a la Sareb a tomar medidas drásticas, como la subasta del terreno en Benicalap, en un intento por recuperar parte de las deudas acumuladas.
El barrio de Benicalap, donde se ubica el terreno, ha experimentado un crecimiento significativo en los últimos años, convirtiéndose en una de las áreas más atractivas para la construcción de nuevas viviendas. Sin embargo, la falta de ofertas en la subasta refleja no solo la situación particular de la familia Sanahuja, sino también las incertidumbres que aún persisten en el mercado inmobiliario español. La subasta de este terreno se convierte, por tanto, en un símbolo de los desafíos que enfrentan tanto los desarrolladores como los inversores en un entorno económico que sigue siendo volátil.
La historia de la familia Sanahuja es un recordatorio de cómo el auge y la caída en el sector inmobiliario pueden afectar a las familias y a las comunidades. A medida que se acerca la fecha límite para presentar ofertas por el terreno en Benicalap, la atención se centra no solo en el futuro de este solar, sino también en el destino de una de las familias más influyentes en la historia del desarrollo urbano en España. La subasta no solo representa una oportunidad para los posibles compradores, sino también un capítulo más en la saga de una familia que ha visto tanto el éxito como la adversidad en el mundo inmobiliario.