Las comarcas de la Comunitat Valenciana han experimentado un notable cambio en su paisaje entre 2024 y 2025. Después de un periodo prolongado de sequía que había dejado el territorio con un tono marrón, el verde ha vuelto a dominar la escena. Este cambio es tan significativo que puede ser observado desde el espacio. Durante la sequía que afectó a gran parte de España entre 2022 y 2023, la Comunitat Valenciana no fue la más perjudicada, aunque sí sufrió una notable escasez de lluvias en varias áreas. Sin embargo, el punto de inflexión llegó a finales de 2024, cuando se registró el otoño más lluvioso en 35 años, seguido de un episodio de precipitaciones en marzo que acumuló 353 litros por metro cuadrado, triplicando el volumen de abril de 2024. Como resultado, los embalses gestionados por la Confederación Hidrográfica del Júcar (CHJ) almacenan actualmente 1.824,7 hectómetros cúbicos, cerca de dos tercios de su capacidad total, lo que representa el segundo mejor registro de la última década.
Las lluvias han permitido recargar acuíferos superficiales, especialmente en zonas con buena capacidad de infiltración. Este cambio en el balance hídrico se ha reflejado en la vegetación, como se puede observar en las imágenes captadas por el satélite Sentinel-2 del programa europeo Copernicus. Las imágenes del 16 de mayo de 2025 muestran un paisaje valenciano notablemente más verde en comparación con las imágenes del 14 de mayo de 2024, donde predominaban los tonos apagados. Las condiciones de humedad han favorecido el rebrote de especies autóctonas y el desarrollo de herbáceas y plantas anuales, lo que ha revitalizado la flora de la región.
Sin embargo, este renacer vegetal tiene un lado oscuro. La misma dana que trajo abundantes lluvias el 29 de octubre de 2024 también causó estragos, desbordando ríos como el Magro y el Túria, y resultando en 228 muertes y pérdidas materiales millonarias. Rafael Armengot, doctor en Geografía y exmeteorólogo de Aemet, recordó que ese día se registraron 1.412 hectómetros cúbicos de precipitación en solo 24 horas, una cifra equivalente a 564.800 piscinas olímpicas. Más allá de las tragedias humanas, las imágenes del satélite también revelan el impacto destructivo de la dana en el medio natural. Las playas de Valencia y parte de Alicante quedaron cubiertas de escombros y residuos, deteriorando el paisaje costero y afectando al ecosistema marino. El Parque Natural del Túria, que se extiende desde Sot de Chera hasta su desembocadura, también sufrió daños significativos, y su recuperación se prevé lenta y complicada.
El caso de l’Albufera es particularmente preocupante. Mientras el resto del paisaje ha pasado del ocre al verde, el lago ha experimentado un deterioro notable. Las imágenes satelitales muestran que los residuos arrastrados por los barrancos, incluyendo aceites y basura, han contaminado el agua, afectando gravemente la flora y fauna del parque natural. El color marrón que hoy predomina en el lago contrasta con el azul verdoso que mostraba hace un año. Además, la dana inundó 47.466 hectáreas de terreno agrícola en la Comunitat Valenciana, incluyendo 25.438 hectáreas de cultivos permanentes, especialmente cítricos. Con un sistema de regadío y parcelario gravemente dañado, el verde optimista que se observa desde el espacio puede ocultar la realidad de parcelas abandonadas y colonizadas por vegetación espontánea, incapaces de ser cultivadas nuevamente.
Este contraste entre la recuperación de la vegetación y los daños causados por la dana plantea interrogantes sobre el futuro del paisaje valenciano. La recuperación de la flora y la fauna es un signo positivo, pero los efectos de la inundación y la contaminación son desafíos que la región deberá enfrentar en los próximos años. La gestión del agua y la protección de los ecosistemas serán cruciales para asegurar que el verde que ha regresado no se convierta en un recuerdo efímero, sino en un nuevo capítulo en la historia ambiental de la Comunitat Valenciana. La interacción entre el ser humano y la naturaleza en esta región es compleja y requiere un enfoque equilibrado que contemple tanto la necesidad de desarrollo como la conservación del medio ambiente.